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| Extraído en link |
Hoy, en el Día del
Trabajador, como un homenaje, unas pinceladas de la evolución y desarrollo del concepto de los
oficios y ocupaciones, situándonos en el más fascinante imperio del Mundo Antiguo
¿Sabían
que se han llegado a localizar más de 160 oficios diferentes en las
inscripciones de la ciudad de Roma? Veamos algunas curiosidades, con
ocupaciones dignas, otras indignas y algunas “vergonzosas”.
Se trata de una
sociedad bien distinta, que nos deja una enorme influencia. Sin embargo, a
pesar de esas diferencias, “lo que hace
grande la historia de Roma no es que no está hecha por hombres diferentes a
nosotros, sino que ha sido hecha por hombres como nosotros”.
Sin olvidar que en
Roma había personas libres y esclavos. Y que no era lo mismo estar en el grupo
de las élites con mayor riqueza y poder, en el numeroso grupo de militares,
comerciantes y artesanos o dentro de la inmensa mayoría de la población, con
escasos recursos económicos.
Comencemos con Cicerón,
en el final de la República, que hablaba de oficios decorosos y otros
indecorosos. Las ocupaciones decorosas son las que se ocupan de la virtud, las
que tienen como meta el supremo bien, como los abogados, los que se dedican a
la política y los terratenientes que se dedican a la agricultura.
Para Cicerón ponerse
al servicio de otro convertía la ocupación en despreciable; sin embargo, esta
visión no era compartida por la población. Como así lo demuestran las inscripciones funerarias, donde se
ensalzan las virtudes de la familia en su tumba. Testimonio de ello es la sepultura
del panadero Eurysaces, además un liberto que se enriqueció vendiendo pan. Se muestra su mausoleo.
Séneca, nacido en la
Bética, hace una diferenciación entre ocupaciones liberales y non-liberales, siendo
liberales los abogados y políticos, aunque no incluye a los terratenientes y
grandes comerciantes, por su afán de lucro y sí a los médicos o galenos,
distinguiendo entre los buenos profesionales a los curanderos o hechiceros.
Las profesiones
despreciables, indignas o non-liberales muestran algunas que son coincidentes plenamente en la valoración actual de indignas. Por ejemplo:
Los grassatores o rateros, que buscaban los
clientes en la populosa Roma por el viejo procedimiento de “percutere” o empujar golpeando al transeúnte.
Los naufragi o náufragos, que trataban de
embaucar aprovechando el sentimiento de compasión que inspiraban a lo largo del
tiempo.
Los captatores testamenti, que buscaban
herencias, acechando a millonarios sin herederos, que habían hecho todo un arte de su profesión.
Existió una enorme
variedad de ocupaciones manuales o indignas, como los orfebres, albañiles, canteros, carpinteros, herreros, los
trabajadores de los hornos de cerámicas, de los baños públicos, los taberneros,
pescadores, carniceros, barberos, etc., que abarcaba un abanico enorme y muy diverso.
Curioso los leticarii, portadores de literas de
ciudadanos enriquecidos, que tenían fama de que no pasaban hambre, ciertamente.
Sin olvidar el
trabajo en la agricultura, siendo la mano de obra mayoritariamente de esclavos,
que permitía que llegaran a Roma los cereales, el vino o el aceite de oliva.
Además, el número de
esclavos y sirvientes daba prestigio ante los clientes y amigos de una buena familia; inadmisible que no faltara entre ellos un
buen cocinero, una nodriza muy familiar o un educado pedagogo. Así como la
figura de los nomenclátores, que anunciaba a los clientes de negocios y a los
invitados a los banquetes. Esclavos con retentiva y sagacidad, que les permitía
salir con gracia de situaciones comprometidas.
Caso aparte los
legionarios, porque en el paso de la República al Imperio se pasa del soldado
ciudadano la soldado profesional, toda una ocupación remunerada en toda regla,
con total fidelidad al mejor postor. Si un legionario raso sobrevivía los 25
años de servicios, con las gratificaciones recibidas podría frecuentar las
termas de forma relajada en sus últimos años.
Y para concluir las
infames o vergonzosas, como los gladiadores, prostitutas y los actores. Quienes
ejercían estas profesiones tenían posiciones más vulnerables ante la ley que
cualquier ciudadano. Aunque en realidad los lanistas (empresarios de los
gladiadores), proxenetas y los directores de los teatros y espectáculos eran
los que se enriquecían.
También quienes lo
permitían o pagaban, las mismas élites que poseían el poder y la riqueza, porque
daban al público en general lo que deseaban: sexo, violencia y risas; que curioso, todo una afrenta a esa aparente dignidad romana que representaban.
De hecho, la leyenda de formación de Roma se halla unida a la figura de Acca Laurentia, la famosa lupa, término latino para prostituta, que amamantó a Rómulo y Remo.


También quienes lo permitían o pagaban, las misma élites que poseían el poder y la riqueza, porque daban al público en general lo que deseaban, sexo, violencia y risas, que curioso todo una afrenta a esa aparente dignidad romana que representaban.
ResponderEliminarDe hecho la leyenda de formación de Roma se haya unida a la figura de Acca Laurentia, la famosa lupa, noticiasdelloretdemar.es/carta-de-recomendacion-comercial/