Barrio de Triana |
La primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano partió de Triana hace ya 500 años. Buena parte de la tripulación eran “mareantes”, así eran conocidos los trianeros. Mi Triana, desde que nace, pareciera reflejarse en una Torre de Oro y en un río caudaloso que desemboca en el océano. De ahí su carácter temperamental.
Los marineros traen de nuevo en cortejo a la Esperanza de Triana desde la plazuela de Santa Ana, se dirigen a su Capilla de los Marineros. Y en un lugar lejano, mi Triana guarda celosamente el aroma de Andalucía en su rostro. Su genética, en un clima frio, se colma de matices heredados.
A orillas del Guadalquivir la calle Betis, el Mercado de Triana en la Plaza del Altozano y su calle principal, San Jacinto, que nos comunica con el oeste de Sevilla. Con sus pequeñas manos explora los objetos, percibe y construye la realidad indagando. ¡Es tan hermoso observar como extiendes tus manos y organizas tus propios esbozos!
En el lugar donde se situaba el antiguo Puente de Barcas, ahora reluce el Puente de Triana, que nos acerca al centro de la ciudad, a mitad de camino entre las dos sevillas. A Triana le gusta caminar independiente y decidida, aún con su torpeza por su falta de madurez, se vislumbra que tanto la cautiva conocer nuevos horizontes.
Triana tiene dos ojos: la Torre del Oro y la Giralda, que los trianeros y trianeras observan y admiran desde el balcón privilegiado de su barrio. Triana tiene dos luceros que iluminan su cara y para mí ya no hay fronteras, porque ya todo comienza y termina sabiendo de sus dos hermosos “ojazos” negros.
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