Corrían la década de los 60 del siglo
pasado, España era un país subdesarrollado, muchos españolitos con
una maleta amarrada, que contenía tan sólo una chaqueta, un
pantalón y una camisa, además de la puesta y un par de mudas de
ropa interior, embarcaban en viaje hacia Zuiza o Francia, aunque
Alemania aparecía para el gobierno de Franco como el destino ideal,
donde no existía organizaciones antifranquistas tan activa como en
Francia o Bélgica. Y partía con un total desconocimiento del idioma
de destino, con los billetes costeado por el país de origen y muchas
ilusiones en el equipaje.
Quienes han visto la película de
Alfredo Landa, “Vente a Alemania, Pepe”, recordarán como
Angelino (Pepe Sacristán), llega de vacaciones a su pueblo aragonés
y cuenta maravillas de Alemania, Pepe queda fascinado y decide viajar
también. La llegada a la estación de Frankfurt de Pepe, con su
boina, su maleta en mano y cara desconcertada, muestra una situación
vivida por muchos españoles, entre ellos un buen número de
andaluces. Pedro Lazaga, sin embargo, aunque nos hace reír con esta
comedia, presenta un guión ácido de Escriva y Coello, no exento de
crítica, porque los sueños de Pepe para comprarse más tarde vacas
en su pueblo se convertían en pluriempleo, haciendo muchísimas
horas, para ganar un sueldo decente y poder ahorrar algo. Y es que en
ningún sitio atan los perros con longanizas.
Es obvio que aquella salida de
españoles permitió a muchas familias salir de la pobreza, además
las divisas traídas por los emigrantes posibilitó sentar las bases
del despegue de nuestro país en la década de los 70 y los 80. Se
estima que entre 1960 y 1973, salieron una media de 800 españoles
por semana, con un contrato bajo el brazo, que tomaron el tren con
destino a Alemania. Cuando se habla de lo conseguido en la
democracia, unos y otros destacan los logros y sus méritos, parecen
olvidar que estos españolitos que dejaron parte de sus vidas,
haciendo más horas que un reloj, se convirtieron en la segunda mayor
fuente de divisas de nuestro país, tras el turismo, que supuso de
esta forma el impulso necesario para modernizar el país, para la
creación de escuelas, centros médicos, etc,.
Recuerdos de hijo y hermano de
emigrantes, de ese tocadiscos de Alemania con la canción de
Valderrama:
“Cuando salí de mi tierra
volví la cara llorando
porque lo que más quería
atrás lo iba dejando”
Que provocaba una emoción inenarrable,
o las despedidas cuando se acababan las vacaciones, con el retorno a
la rutina en Alemania y la tristeza que llegaba,
“Adios mi España querida
dentro de mi alma te llevo metía
aunque soy un emigrante
jamas en la vida yo podré olvidarte”
Ahora, Blanca Suárez, protagoniza de
nuevo una película de emigrantes, “Perdiendo el Norte”, donde se
cuenta la historia de dos jóvenes sobradamente preparados y muestra
otra cara distinta de la emigración, es manifiesto que a pesar que
son muchas y claras las diferencias, guardan la similitud que se está
produciendo otro éxodo de españolitos, donde, de nuevo, uno de los
destinos principales se sitúa en Alemania, en busca de un ansiado
trabajo.
Resulta sangrante para nuestro país
que unas generaciones con una gran preparación, con la inversión
que supone unos estudios superiores, marche a la búsqueda de
oportunidades fuera de nuestra tierra. También se está produciendo
una salida sin ese perfil universitario, el requsito el idioma, con
probalidades de encontrar un trabajo se eres un buen carpintero,
electricista o camarero.
Ahora ya no compite con italianos,
portugueses y turcos, en el perfil de este nuevo éxodo encontramos
rumanos, bulgaros, polacos y centroeuropeos en general, además de
jóvenes de los países mediterráneos. Ni parece que la oleada de
jóvenes que se están marchando puedan enviar muchas divisas, porque
sus salarios son escasos y difícilmente les da para subsitir. Y de
forma contradictoria, a pesar de los medios informáticos existentes,
en la actualidad resulta más complejo estimar el número de
españoles que han salido en busca de trabajo al extranjero, ya que
en muchos casos parten sin contrato de trabajo, o lo hacen buscándolo
si que intervengan los servicios públicos de empleo, siendo
normalizado que estos jóvenes no acudan a los consulados de España
en los distintos países.
Claro está, si analizamos este nuevo
éxodo desde una perspectiva técnica, si ponemos en una balanza
estas nuevas situaciones, obviamente teniendo en cuenta que cada caso
individual es una historia distinta y única, ya que la casuística resulta enormemente compleja, nos muestran que en la mayoría de los
casos, con sus buenos y malos momentos, son experiencias
enriquecedoras, que permiten conocer otra forma distinta de vivir, de
conocer otras realidades, percibir distintos puntos de vista y
aprender lenguas extranjeras, en general intercambiar ideas, y, así,
mejorar e innovar nuestra propia sociedad.
Recomiendo que visualicen la siguiente
Web:
El portal oficial de movilidad para el
empleo de la Unión Europea (UE), EURES, ahora en este preciso
momento hay 2.200.984 ofertas de empleo, siendo un dato que tiene un
carácter dinámico y muy vivo, que cambia de un día para otro.
EURES es una red de cooperación para el empleo y para libre
circulación de trabajadores, uno de los principios fundamentales de
la UE, en la que participan todos los servicios públicos de empleo
de todos los estados miembros.
Sí, es obvio que también cuenta con
motivos esperanzadores, para situarlo en una balanza y encontrarte
que han sido unas experiencias interesantes y enriquecedoras. Lo que
si me da un poco de tristeza es por todos aquellos que han vivido la
experiencia como hijos de emigrantes y ahora, como pescadilla que se
muerde la cola y vuelve a su lugar originario, también tenga que
vivirlo como padres de emigrantes, máxime cuando ve las esperanzas
de labrarse un futuro haya que buscarlo fuera de nuestras fronteras,
algo de lo que se ha carecido aquí, en nuestra propia tierra, tan
paradójico que 40 años más tarde, vuelvas a emocionarte, por los
que ves partir fuera de nuestra España querida.
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