El día de Andalucía debiera ser un día reivindicativo y no solamente conmemorativo. Si bien es cierto que la sociedad andaluza ha evolucionado en estos años de forma vertiginosa, no obstante siguen muy vivos los desequilibrios territoriales de nuestro querida España.
El Referéndum que se llevo a cabo el 28 de febrero de 1980 no tiene precedentes en nuestro país, en octubre de 1979 ya se había producido los referéndum en País Vasco y en Cataluña, con la diferencia que estos territorios fueron apoyados por los partidos estatales y los nacionalistas, salvo Herri Batasuna en el País Vasco. Es decir PNV, Convergencia, incluso ERC y los partidos estatales de derecha a izquierda. Sin embargo, en Andalucia los partidos de derecha como UCD o Alianza Popular, precedentes del PP, estuvieron en contra. Fue, sin dudas, un referéndum cargado de tanta polémica, que necesitó volver a los colegios electorales el 20 de octubre de 1981 para su aprobación.
Encontramos una situación similar en el referéndum en Escocia en mayo de 1979, en donde los partidos conservadores británicos no lo apoyaron. También con el fondo de los desequilibrios territoriales en las islas británicas, de tal forma que se se asemeja en cierta manera a la situación en Andalucía, salvando las diferencias, de una manera radicalmente más explícita que en Cataluña o el País Vasco.
No obstante volvamos al presente, en el Día de Andalucía, 28 de febrero de 2024, los desayunos en los centros educativos con aceite de oliva los días previos, los salones de acto y casas de cultura de los ayuntamientos engalanados, los merecidos honores de las personas reconocidas en este día o la emoción al cantar nuestro himno, merecen las más digna admiración y respeto. Sin quitarle un ápice de su valor, sin embargo este sentimiento andaluz se nos olvida al día siguiente, en este año bisiesto el 29 de febrero. Ese es el problema, dejamos aparcadas las reivindicaciones, ya volverán las celebraciones en el año siguiente.
Las diferencias de renta por habitantes y en inversiones en servicios como la sanidad o la educación con estas comunidades mencionadas han ido aumentado con el gobierno del PP y con los gobiernos socialistas, así como las inversiones de una manera persistente y continua en toda la democracia, sin importar el signo ideológico, o más bien sin importar el partido que llevaba la vara de mando en el Congreso. A pesar que Andalucía aporta el mayor número de diputados, hasta 61 diputados. Ya durante el gobierno de Rajoy en Madrid el PSOE-A se quejaba de la "infrafinanciación" de Andalucía, con un ministro de hacienda andaluz en el PP como Montoro. Para pasar a las quejas del PP-A por el mismo motivo, con el gobierno de Sánchez, con una ministra de hacienda andaluza como María Jesús Montero.
Diputados que se deben a la partidocracia y no a los ciudadanos que los han votado, a la disciplina de partido, olvidando de forma sistemática las promesas que hicieron a quienes les votaron. Si los andaluces tomáramos conciencia de las obligaciones y de las promesas incumplidas de nuestros representantes, trae a la memoria la copla de Carlos Cano: "Si en vez de ser pajarito fuéramos tigre de Bengala. A ver quién sería el guapito de meternos en una jaula".
Y si hablamos de las inversiones, como muestra un botón, por ejemplo en la red ferroviaria, ya en los últimos 3 años en Cataluña han triplicado a las realizadas en Andalucía, a pesar de contar con mayor extensión de territorios y mayor número de habitantes. Cuestiones como la aludida, como las de ADIF y su red ferroviaria, que se agravan en algunas provincias o comarcas de Andalucía, como en Jaén y en la comarca del Campo de Gibraltar. En concreto en esta comarca ya son décadas de promesas con gobiernos de distintos colores en el Congreso. A lo mejor deberíamos seguir callados ante esta falta de infraestructuras y observar con pasividad como dos miembros de las fuerzas se seguridad del estado dejan huérfanos en sus hogares por el problema de las redes de narcos en nuestro territorio, en esta temática si que tenemos una redes espectaculares, de las mejores de Europa. O tal vez sería mejor despertar y caminar.
Tenemos la palabra si nuestros representantes se miran el ombligo, para que las políticas y recursos que se gestionan en las Cortes Generales en Madrid se tenga en cuenta a Andalucía, tanto como cualquier otro territorio. Y desde dentro se corren riesgos sino entendemos que se deben reforzar los servicios públicos como la sanidad y la protección del medio ambiente, que parece cuestiones a las que no se les presta la atención que merecen de ninguna de las maneras. El día de Andalucía es uno de nuestro símbolos, recogidos en nuestro Estatuto, como también lo son nuestro escudo e himno, debería de parecernos mentira que siga tan cargado de simbolismo estas estrofas de Blas Infante en la actualidad:
¡Andaluces levantaos!
¡Pedir tierra y libertad!
Bien argumentado, Eduardo.
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