En primer
lugar tengo que presentarme, soy Ibn Yubayr, nacido en Al Andalus, he sido
invitado por la Sacerdotisa de la Diosa Tanit de OBA, como viajero del tiempo.
No os
debería parecer extraño que la sacerdotisa acudiera a mí, de hecho he sido
conocido como “El Gran Viajero”, nacido
en Jativa en el año cristiano de 1145, en un taifa andalusí.
Siendo maestro de hadiz y sufismo en Granada, tuve la
oportunidad de gozar de un gran prestigio, visitando, la denominada en aquel
momento, ciudad fronteriza de Ximena. Así, de esta forma, tuve la suerte de
conocer ese hermoso enclave y enriquecerme con los viajes en el tiempo, gracias
a los poderes de la Diosa cartaginesa Tanit, que me acompañó, en mis noches de
sueños, a lo largo ya del resto de mi vida.
En estas
crónicas pasa a relataros los hechos que acaecieron en la toma de Jerusalén por
los cristianos, en el año 492 de la hégira, 15 de julio de 10 99 en vuestro
calendario, en 40 días de asedio. Aunque mi viaje a Jerusalén data casi un
siglo más tarde, tuve conocimiento de esa ciudad y esas tierras, en una primera
vez, cuando sus dueños eran los cruzados y, una segunda, después del año 1187,
que es tomada por el Sultán Saladino.
Vayamos al
comienzo, varios años antes del asedio, en el Concilio de Clermont, el Papa
Urbano II convoca una cruzada para expulsar los musulmanes de Tierra Santa.
Todo el que acudiese tenía asegurada la indulgencia plenaria si moría en la
guerra, además sus familias y bienes eran protegidos por la Santa Sede. La
marcha comienza en 1096, comandada por Godofredo de Boullón, que junto con
otros cristianos, la mayoría francos, enarbolaron la bandera de la cruz.
Jerusalén,
que a lo largo de los años, había cambiado de manos varias veces, se encontraba
gobernada por Iftikar, ad-Dawla, “Orgullo de Estado”, de origen fatimíe,
dependiente de la dinastía del Cairo.
La ciudad
se hallaba muy bien protegida, tanto de forma natural, por las montañas que la
rodean por este y el oeste, como por las murallas y fosos que la protegían por
los otros costados. El 6 de junio llegan los cruzados que sobrevivieron el
largo viaje a las puertas de la ciudad, con ciudades tomadas en el camino, como
Antioquia o el cobro de tributos a otras ciudades para no ser conquistadas, previamente
tiene lugar el infructuoso sitio de la ciudad de Arqa, se abandona en mayo de
ese mismo año, después de 5 meses sin poderla apresar, para dirigirse a
Jerusalén.
Iftikar
expulsó a los cristianos fuera de la ciudad, mandó envenenar los pozos cercanos
y devastar los alrededores para que no se pudieran construir máquinas de
asalto; asimismo, estaban bien provisto de víveres y de agua. El inicio del
asedio resultó más penoso para los conquistadores que para los asediados.
Tras unas
semanas de ataque estériles, una pequeña flota de ingleses y genoveses llega a
un puerto cercano, con víveres y suministros. Además de esos suministros,
utilizando parte de la madera de esos barcos, ocultando a los sitiados el
trabajo, se construyen dos torres de asedio y maquinaria militar. Ante la
sorpresa de los defensores de la ciudad, la noche del 14 de julio llevaron las
torres de asalto, una por la parte de Sión, en el sur, la otra por la parte
norte, la mañana del 15 de julio, cuando en Sión estaba destruyendo el
artefacto matando a los que iban en él, se encontraron la llegada de guardias
pidiendo socorro de la parte norte, porque los cruzados había logrado penetrar
en la ciudad.
Lo que
ocurrió después entra dentro de los episodios de inenarrables, reconocidos como
crímenes de lesa humanidad, murieron degolladas miles de personas, entre ellos
mujeres y niños, los judíos, que habían ayudado a la defensa de la ciudad, se
refugiaron en las sinagogas con sus familias y fueron quemados vivos, se
dañaron y destruyeron monumentos santos de árabes y judíos, los propios
cristianos ortodoxos que vivían en la ciudad quedaron estupefactos cuando
fueron expulsados de las Iglesias, porque ni con los suyos tuvieron piedad.
Reconozco,
que con el paso del tiempo, los escritos árabes sobre el suceso han sido
criticados por ser contados de forma exagerada, lo cierto que sea porque los
sitios de aquella época estaba en el itinerario como cosa común los asesinatos,
violaciones y esclavitud, en donde la intensidad dependía de la dureza del
asedio, o ya fuese por el fundamentalismo religioso que portaban los cruzados, que se puede decir, a pesar de la falta de
acuerdo en el número de víctimas, que existe consenso en fuentes cristianas,
judías y árabes, que durante la tarde-noche del 15 de julio y madrugada-mañana
del 16 de julio de
10 99, fueron miles de personas inocentes las que murieron
degolladas y quemadas y que no se puede ni debe justificarse por ningún motivo.
Cuando tuve
la oportunidad de viajar por primera vez a Palestina y conocer la historia por
los pobladores musulmanes en territorio cristianos, sentía vergüenza por los
que vivían en concordia con los cristianos, como yo mismo escribiría: “subyugados
por el amor al suelo natal”, casi un siglo más tarde de la caída de
Jerusalén, lo que narraba por aquel entonces en mis diarios de viaje, lo hacía en
honor a todos aquellos que abandonaron sus tierras y estaban dispuestos a
despertar las conciencias de sus hermanos árabes de todas las regiones del
Islam para recuperarlas de nuevo.
Aunque el dolor
más intenso que he recibido, ya como un erudito anciano, debido a los viajes en
el tiempo, ha sido ver la pérdida del Al Andalus, mis lágrimas brotaban de un
manantial permanente, que fueron curando lentamente gracias a lo aprendido en
estos viajes. Al Andalus fue cristiana antes que musulmana, antes veneró a
dioses romanos, a Tanit o a dioses turdetanos, a través de los siglos y la
lectura se aprende tolerancia, mi tierra fue recuperada por quienes antes había
sido sus dueños, que la había arrebatado, a su vez, de creencias antiguas.
Me trae el
recuerdo de los versos del célebre poeta árabe, Abul-Ala al-Maari, en 1057:
Los
habitantes de la tierra se dividen en dos,
Los que
tienen cerebro pero no religión,
Los que
tienen religión pero no cerebro.
Poeta
ciego, que osaba las costumbres de la época, palabras infieles cierto, también
cierto que un milenio más tarde, con el fundamentalismo potenciado, si un poeta
mulsumán escribiera estos versos en vuestro siglo XXI, no tendría lugar de
esconderse ni en el lugar más recóndito de la tierra.
Así con el desconsuelo
que me embarga, observando en vuestro tiempo, en Jerusalén y sus territorios
cercanos, como sigue ahogándose de sangre derramada. En Jerusalén hunde sus
raíces con sus símbolos más sagrados el cristianismo y judaísmo, sin olvidar
que para los musulmanes es la ciudad sagrada más importante tras la Meca y
Medina. En Tierra Santa se halla una buena parte de la esencia espiritual de
sus creencias de más de un tercio de la población mundial, sin embargo, a pesar
de ser el lugar que probablemente más se halla rezado de la historia, también lo
es el que más muerte ha vertido por motivos de la religión.
Especial abatimiento
me causa la enemistad de musulmanes y judíos, que hasta finales del XIX y principio
del siglo XX, que comenzarán el desencuentro con el nacimiento del movimiento
sionista, han sido pueblos hermanos durante más de un milenio. Tanta tristeza
me causa, en la tierra que debería consagrarse a la paz y la tolerancia, y que
tenga, de forma recurrente, siempre su suelo lleno de sangre de inocentes.
Ibn Yubayr,
el Gran Viajero.
Nota:
Por
supuesto que huelga decir que todo parecido a la realidad es pura coincidencia,
no obstante, sí creo necesario expresar que Ibn Yubayr fue un célebre personaje
real, conocido como el gran viajero. Que las opiniones subjetivas son mías,
desde el respeto y admiración para este viajero, que he tenido la suerte de
conocer a través de los escritos de Amin Maalouf, mi principal fuente de
inspiración. Así como son reales las fechas y detalles que son recogidos de
diversas fuentes, la primera de ella de Maalouf.
En lo
referente a los datos, decir que no he encontrado ninguna referencia a la
visita Ibn Yubayr a Ximena, aunque es posible que pudiera hacerlo cuando vivió
como un erudito en Granada, cumpliéndose así lo imaginado, por su fama de
viajero infatigable, o de hecho de más joven en su época de viajero más
prolífica, cuando visita Tarifa, desde donde parte a Ceuta y a recorrer el
Mediterráneo.
Espero que
les sean entretenidas estas crónicas, nunca he pretendido ser un experto de
historia sí un apasionado de ella, no me queda más que mi sincero
agradecimiento a quienes sean capaces de llegar al final de este último
párrafo.
Eduardo
Navarro Cupido.
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