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Fue tan grande la amistad de Argantonio con los foceos, que incluso les animó a abandonar la Jonia, su tierra de origen, para quedar a vivir en su reino. Tanto es así, que al querer partir de nuevo lleno su barcos de plata, para ayudarles y financiar su guerra contra los persas.
Argantonio, del que se contaba leyendas fantásticas, de la riqueza, del brillo, de la abundancia en plata, de ahí su nombre, así como sus fertiles campos para la vid, el olivo, los cereales y la cría de ganado, fue uno de los reyes más admirado del mundo antiguo. Pero lo legendario tiene su fin, a pesar de ser uno de los reyes con más longevidad que se conocen, ya que con su muerte quedó reducida esta fabulosa época al misterio, que sigue hasta nuestros días sin resolver.
Sí bien para buena parte de los expertos, Tartessos, fue una elaboración de la imaginación griega, construida con algunos datos ciertos, pero insuficientes, que acaba integrándose en la mitología helena, otros como Schulten la concibieron como una ciudad-estado, que no llegó a encontrar "ni se ha encontrado por el momento".
Lo que parece incuestionable es que el mito de Tartessos tiene una base real y resulta interesante la opinión de expertos como Caro Baroja, en donde los mitos conservan datos suministrados por la tradición que se elevan a un orden que tiene tanto de arte, como de religión y de ciencia.
De hecho desde esa tradición o leyenda, los habitantes de Tartessos no eran belicosos, contaban con mercenarios en sus ejércitos, eran hospitalarios y respetuosos con los ancianos y buenos navegantes, lo que hizo que tomaran preponderancia con los otros pueblos andaluces cercanos. Los que nos lleva a la relación con nuestro entorno,como las pinturas de la Laja Alta, que se les otorga un origen de población autóctona tartesso-turdetano.
De la misma forma en lo referente al Cerro de San Cristóbal, que para la gente de aquí, en lenguaje coloquial, es donde se ubica el "Castillo de Jimena". Resulta evidente que nos queda camino que recorrer, aunque los arqueólogos parecen indicar una población anterior al asentamiento púnico, lo que nos situaría coetáneo a los tartesso-turdetano, pueblo que comerció con fenicios y griegos.
Sin olvidar los estudios de la toponimia, que plantean la existencia de elementos indoeuropeos no celta, de gran antiguedad, que se traduce en el mismo nombre de tartessos y elementos toponímicos como -oba, -uba, como Onuba (Huelva), Ossonoba (Faro), o nuestro mismo antecesores, que denominaron a nuestro pueblo Oba, que para el reputado lingüista, Francisco Villar, tiene una relación hidrográfica significativa.
Así que, dentro de la ficción, descubramos el misterio de la larga longevidad del Rey Argantonio, que conocía una serie de elementos, de una receta muy antigua, de lo más remoto de los tiempo, que el mismo debía recoger con sus mano a lo largo de su territorio, de esa forma nuestro Rey visita Oba, hace ya casi los 3000 años, ya que aquí se encontraba unos de los elementos importantes que le dotaba de una larga vida, aunque esta historia la dejaremos para otro momento.
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