Los ejércitos de las potencias islámicas medievales poseían una organización y una profesionalidad que sus enemigos cristianos no llegarían a tener hasta la Edad Moderna. Estos ejércitos fueron evolucionando desde el comienzo de la conquista de la Península Ibérica hasta alcanzar su máximo desarrollo durante el califato. Poseían distintos soldados y cuerpos especializados, además de mercenarios y de voluntarios que luchaban en el yihad.
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