Extraído en: http://gibraltar-intro.blogspot.com.es/2013 |
En el alcázar-prisión de
la antigua ciudad fenicia de Selambina, se encontraba desterrado Yusuf,
ordenado por su hermano, el Sultán Muhammad VII, que le había arrebatado su
derecho legítimo al trono, además pretendía así poder garantizar la sucesión de
su hijo. Yusuf contaba con 32 años de edad y buena parte de su vida la había
pasado recluido en su prisión.
Impregnado de las
bellezas naturales de Salobreña aprendió a amar profundamente la poesía,
destacando su intensa añoranza por Granada. Yusuf se sumerge en los estudios, alcanzando
la sabiduría a través de los filósofos y poetas, como su reverenciado
ibn-Jatib, que le dotaron de los atributos de largueza, liberalidad y virtud.
Muhammad VII, después de
vertirse una camisa “atosigada”, aguijoneada de veneno por sus detractores, se
encontraba en el lecho de muerte, por temor a los legitimistas ordeno que
degollaran a su hermano. El emisario del Sultán lo encontró jugando al ajedrez
con el al-caid de la fortaleza, Yusuf les pidió de forma serena la gracia de
permitirle acabar la partida. En ese breve espacio de tiempo llegaron los
mensajeros anunciando la muerte de su hermano y el nombramiento de Sultán en la
corte nazarí, como Yusuf III.
Con una cabalgadura real
inicio su camino a Granada, en el camino se le fueron uniendo los nobles de la
corte, levantando las esperanza de su pueblo, que no dejaba de vitorear por
todos los caminos que pasaba hasta que sus voces quedaban roncas, era un príncipe
bueno y sabio muy deseado, llegó como esas primeras gotas en un año que la
lluvia tarda.
Después de pasar por el
valle de Lecrín, en lo alto del cerro, que casi un siglo después se llamaría
“El Suspiro del Moro”, no pudo evitar que su corazón palpitara con una fuerza
que no lo había hecho antes en toda su vida, al contemplar en el horizonte a sus
amadas Granada y la Alhambra, a las que retornaba como dueño y señor.
Yusuf anhelaba la paz,
sabía que era la única forma de mantener vivo su reino, así que dedicó todos
sus esfuerzos en esa dirección, adquiriendo las riquezas necesarias para
sobrevivir antes las embestidas de los fundamentalistas de los reinos
cristianos del norte de España y de los musulmanes del norte de África.
Aunque en sus primeros
años fueron complicados, perdiendo una plaza de enorme valor. El Infante
Fernando conquistó Antequera para Castilla, conocido a partir de entonces como
Fernando de Antequera. Era una de las ciudades más antiguas y ricas del
al-Andalus, supuso un duro golpe para Granada, que limitaba sus defensas y su poder.
A partir de ese momento comienza a lograr sus
objetivos, pactando una tregua con Castilla, a la que se adhiere Aragón, que
supone un largo periodo de paz. No obstante la pérdida de Antequera y las
intrigas del Sultán meriní de Marruecos, Abud Said, provocan de nuevo un gran
revés en el reino.
Los musulmanes de
Gibraltar estabas molestos con Yusuf III y convencieron al Sultán meriní para
protegerles de intervenciones y cercos de los reinos cristianos. Abud Said
envía a su hermano Siddi Abu con un contingente de soldados, que rápidamente emprende una campaña por la
costa y el interior, llegando hasta Marbella y algunas de las poblaciones de la
Serranía de Ronda.
Yusuf III reacciona
inmediatamente, enviando un ejército con sus tropas de élites, al mando de Sad
al-Amin, que reconquista los territorios conquistados por los merinies. Las
tropas del infante Siddi Abu se refugian en Gibraltar, que es sitiada por las
tropas granadinas.
Yusuf deja su amada
Alhambra y parte a dirigir sus ejércitos. En una parada de descanso, en una fortificación,
que en los días de ponientes se encontraba en la vista de al-Yabal, se
encontraba como al-Caid un noble granadino de, familia de su gran Visir
Abul-I-Surur Mufarriy, Ibrahim, que había conocido en su infancia en granada.
Dentro de la Alcazaba de
la fortaleza, con la vista puesta en Gibraltar, se le acercó una niña de
grandes ojos negros insondables, con los tirabuzones de pelo negro enredado
sobre su cara, se llamaba Badriya y le ofreció al Sultán los frutos que había
recogido cerca de la fortaleza en ese tiempo, de los mirtos, maoletos y
madroños. Badriya le contó el relato de Naima, su hermana, que había sido
cautiva de los cristianos y de Juan el cautivo en su fortaleza, al que ayudó
ella a escapar para que liberara a Naima y cómo éste cumplió su promesa.
Badriya se dirigió al
Sultán y le dijo:
- Mi señor los obsequios
son para que me perdones por liberar a un cristiano cautivo
Yusuf le contestó:
- Pequeña anhelo la paz
y la convivencia, cuando has demostrado el amor a tu hermana, también has
demostrado el amor a tu pueblo
Le apartó los bucles de
su cara y le besó la frente, obsequiándole con una tierna sonrisa. Prendado por
esta tierra hermosa y, a su vez, extraña, poblada de extrañas gentes también.
Ya sólo, con la vista
fija de la ciudad que quería conquistar, reflexionó sobre la importancia del
Estrecho para su supervivencia, además se sentía traicionado por el Sultán
meriní Abud Said, ya que se había negado a prestar ayuda a los granadinos
durante la campaña de Antequera. El Infante castellano Don Fernando tenía entre
sus objetivos a Gibraltar, Baza o Antequera, escogiendo ésta última. Se perdió
un pueblo antiguo musulmán ante la pasividad de los merinies, que si
aprovecharon la oportunidad para tener una fuerte posición en el estrecho.
El asedio a Gibraltar se
prolongó durante tres años, participando activamente Yusuf en varios momentos, al mando de las tropas, unido a las habilidades diplomáticas que propicio un severo aislamiento que produjo
grandes penalidades a la población. El Sultán Abud Said no se decidía ayudar a su
hermano Siddi Abu, quizás esperando que los granadinos acabaran con él, por ser
un rival al trono que poseía derechos legítimos para gobernar. Al final temiendo una
reacción de su pueblo, envía un escaso contingente de víveres, armas y
soldados, que fue apresado fácilmente por los barcos granadinos de Málaga y
Almería.
En esas condiciones, el
26 de yumada del 817, 13
de agosto de 14 14, Siddi Abu tuvo que rendirse. Es acogido en
Granada, aunque Yusuf III lo hace con todos los honores de huésped real y no
como un prisionero. Abu Said al conocer la noticia envía una misiva a Yusuf
ofreciendo la paz a cambio de la muerte de su hermano. Yusuf no sólo rechazó la
propuesta, además facilitó armas y tropas a Siddi Abu, liberando los
prisioneros hechos en Gibraltar que preparó una expedición que tomo Ceuta y se
dirigió a Fez, la capital meriní, para reclamar su derecho al trono.
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