“A todos los niños si nacen sanos y
normales, se les considera seres humanos completos. Esto, sin embargo, no es
así cuando se trata de niñas, desde el momento en el que nace y antes incluso
de saber hablar, parece que, por la forma en la que gente la observa y por la
expresión de sus ojos, hubiera nacido “incompleta” o le “falta algo”, desde el
nacimiento hasta la muerte, le obsesionará la misma pregunta: ¿por qué?, ¿por
qué su hermano tiene tantos privilegios a pesar de los dos son iguales”
(Sadawi:31)
Nawal Sadawi, en su libro “La cara
desnuda de la mujer árabe”
La
muerte de Justiniano fue recibida con júbilo por el pueblo, Bizancio perdió los
territorios ganados en Occidente y se convirtió en el Imperio Oriental. Cuatro
años más tarde, en la Meca, una mujer llamada Amina trajo al mundo a un niño
llamado Mohamed, que fue llamado por los occidentales Mahoma.
Mohamed,
después de largos viajes trabajando de comerciante, retorno a la Meca al
servicio de una rica viuda llamada Jadiya. Una mujer realmente extraordinaria,
ya que después de la muerte de su esposo, en vez de someterse a la tutela de un
pariente y consumirse en el luto en la oscuridad de la casa como marcaban las costumbres
árabes, prosiguió con vitalidad los negocios, llegando a multiplicar su
patrimonio.
Todo
ello en la ciudad más importante de Arabia, aunque no lo era por ser un paraíso
natural, ya que se levantaba en un valle árido, azotado por el calor, en donde
las plantas se olvidaban hasta de nacer. Aunque su proximidad al mar Rojo,
lugar de paso obligado de las caravanas de los comerciantes entre Egipto y la
India, hacía que se enriqueciera con compañías de transportes, algunas inclusos
con más de mil camellos en su poder.
Por
otra parte, en la Meca se encontraba la Kaaba, meta de peregrinación que en su origen
era una construcción pre-islámica, sin una advocación concreta, que albergaba a
infinidad de deidades. Kaaba significa ”cubo”,
un edificio rectangular de piedra de quince metros de altura, en donde surge la
famosa piedra negra.
Mohamed
se casó a los 25 años con Jadiya, que tenía los 40, y lo más extraño vivió con
ella monogámicamente, teniendo con ella su célebre hija Fátima. Cuenta que tras
su muerte tuvo esposa más jóvenes, pero ninguna logró que la pudiera olvidar.
Jadiya puso todas sus esperanzas y toda su fortuna en Mohamed, invirtió toda su
riqueza en el camino de Allah, siendo pieza vital para difundir el mensaje de
su marido, de hecho es la primera mujer musulmana. La mujer más amada por el
profeta murió en el año 619, que fue conocido como el año de las dolores.
Para
muchos imanes las mujeres del islam deben estar en casa para cuidar su familia,
de ahí la famosa frase del Corán “”quedaos en vuestras casas, no os acicaléis
como se acicalaban las antiguas paganas” versículo 33, capítulo 33, parte
22:554. En el caso de su profeta, su primera mujer y la que verdaderamente amó
era una rica comerciante que él llega a conocer siendo su empleado.
En
la actualidad, desde hace varias décadas, existen corrientes reformitas en el
islam en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, su mejor ejemplo,
Jadiya, considerada como madre del Islam. Realmente cualquier religión o cualquiera
corriente económica o ideológica pierde su verdadero valor si no se encuentran
los derechos humanos en sus finalidades.
Para
concluir eligo, de la misma forma que he comenzado, las palabras de una mujer
musulmana. En este caso con Ndeye Andújar:
“Las musulmanas no tenemos por qué
elegir entre la igualdad y ser creyentes. Lo que se opone al mensaje del Corán
es el machismos islámico”
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