viernes, 1 de mayo de 2020

LOS OFICIOS Y LA PROFESIONES EN EL IMPERIO ROMANO

Extraído en link

Hoy, en el Día del Trabajador, como un homenaje, unas pinceladas de la evolución y desarrollo del concepto de los oficios y ocupaciones, situándonos en el más fascinante imperio del Mundo Antiguo 
¿Sabían que se han llegado a localizar más de 160 oficios diferentes en las inscripciones de la ciudad de Roma? Veamos algunas curiosidades, con ocupaciones dignas, otras indignas y algunas “vergonzosas”.
Se trata de una sociedad bien distinta, que nos deja una enorme influencia. Sin embargo, a pesar de esas diferencias, “lo que hace grande la historia de Roma no es que no está hecha por hombres diferentes a nosotros, sino que ha sido hecha por hombres como nosotros”.

Sin olvidar que en Roma había personas libres y esclavos. Y que no era lo mismo estar en el grupo de las élites con mayor riqueza y poder, en el numeroso grupo de militares, comerciantes y artesanos o dentro de la inmensa mayoría de la población, con escasos recursos económicos.
Comencemos con Cicerón, en el final de la República, que hablaba de oficios decorosos y otros indecorosos. Las ocupaciones decorosas son las que se ocupan de la virtud, las que tienen como meta el supremo bien, como los abogados, los que se dedican a la política y los terratenientes que se dedican a la agricultura.
Para Cicerón ponerse al servicio de otro convertía la ocupación en despreciable; sin embargo, esta visión no era compartida por la población. Como así lo demuestran las inscripciones funerarias, donde se ensalzan las virtudes de la familia en su tumba. Testimonio de ello es la sepultura del panadero Eurysaces, además un liberto que se enriqueció vendiendo pan. Se muestra su mausoleo.

Séneca, nacido en la Bética, hace una diferenciación entre ocupaciones liberales y non-liberales, siendo liberales los abogados y políticos, aunque no incluye a los terratenientes y grandes comerciantes, por su afán de lucro y sí a los médicos o galenos, distinguiendo entre los buenos profesionales a los curanderos o hechiceros.
Las profesiones despreciables, indignas o non-liberales muestran algunas que son coincidentes plenamente en la valoración actual de indignas. Por ejemplo:
Los grassatores o rateros, que buscaban los clientes en la populosa Roma por el viejo procedimiento de “percutere” o empujar golpeando al transeúnte.
Los naufragi o náufragos, que trataban de embaucar aprovechando el sentimiento de compasión que inspiraban a lo largo del tiempo.
Los captatores testamenti, que buscaban herencias, acechando a millonarios sin herederos, que habían hecho todo un arte de su profesión.
Existió una enorme variedad de ocupaciones manuales o indignas, como los orfebres, albañiles, canteros, carpinteros, herreros, los trabajadores de los hornos de cerámicas, de los baños públicos, los taberneros, pescadores, carniceros, barberos, etc., que abarcaba un abanico enorme y muy diverso.
Curioso los leticarii, portadores de literas de ciudadanos enriquecidos, que tenían fama de que no pasaban hambre, ciertamente.
Sin olvidar el trabajo en la agricultura, siendo la mano de obra mayoritariamente de esclavos, que permitía que llegaran a Roma los cereales, el vino o el aceite de oliva.
Además, el número de esclavos y sirvientes daba prestigio ante los clientes y amigos de una buena familia; inadmisible que no faltara entre ellos un buen cocinero, una nodriza muy familiar o un educado pedagogo. Así como la figura de los nomenclátores, que anunciaba a los clientes de negocios y a los invitados a los banquetes. Esclavos con retentiva y sagacidad, que les permitía salir con gracia de situaciones comprometidas.
Caso aparte los legionarios, porque en el paso de la República al Imperio se pasa del soldado ciudadano la soldado profesional, toda una ocupación remunerada en toda regla, con total fidelidad al mejor postor. Si un legionario raso sobrevivía los 25 años de servicios, con las gratificaciones recibidas podría frecuentar las termas de forma relajada en sus últimos años.
Y para concluir las infames o vergonzosas, como los gladiadores, prostitutas y los actores. Quienes ejercían estas profesiones tenían posiciones más vulnerables ante la ley que cualquier ciudadano. Aunque en realidad los lanistas (empresarios de los gladiadores), proxenetas y los directores de los teatros y espectáculos eran los que se enriquecían.

También quienes lo permitían o pagaban, las mismas élites que poseían el poder y la riqueza, porque daban al público en general lo que deseaban: sexo, violencia y risas; que curioso, todo una afrenta a esa aparente dignidad romana que representaban. 
De hecho, la leyenda de formación de Roma se halla unida a la figura de Acca Laurentia, la famosa lupa, término latino para prostituta, que amamantó a Rómulo y Remo.

1 comentario:

  1. También quienes lo permitían o pagaban, las misma élites que poseían el poder y la riqueza, porque daban al público en general lo que deseaban, sexo, violencia y risas, que curioso todo una afrenta a esa aparente dignidad romana que representaban.
    De hecho la leyenda de formación de Roma se haya unida a la figura de Acca Laurentia, la famosa lupa, noticiasdelloretdemar.es/carta-de-recomendacion-comercial/

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