Con estos escritos se
trata de contar curiosidades relacionadas con los territorios que integran Iberia. No se debiera olvidar, que ya en el Siglo VIII, Abd al-Rahmán I, tuvo que “bregar” con las innatas
disidencias de este pueblo ibérico, tan extraño como atrayente, para fundar una
de las dinastía de más esplendor de la historia.
Y, ¿por qué comenzar con Cataluña? Es obvio que "el proceso de Referéndum” está de moda, yo diría más, está incluso “jartible”.
Retrotraigámonos en el tiempo al primer episodio “secesionista” de Cataluña, que culmina con el retorno a la corona española, incluso objeto del deseo de algunos, después de su paso por la Francia centralizada.
Es que en tiempos de Felipe
IV de Hasburgo, el Duque de Olivares acaparaba muchas de las funciones del
Gobierno. Su agresiva política en el exterior, para dar lustre al imperio
español, exigía enormes sacrificios a
los reinos que componían la corona. Y olvidar no puedo esos versos de Quevedo:
“En Navarra y Aragón
No
hay quien tribute un real;
Cataluña
y Portugal son de la misma opinión;
Sólo
Castilla y León
Y
el noble pueblo andaluz
Llevan
a cuestas la cruz”
Sea como fuere, estas “apreturas”
conllevaron importantes repercusiones negativas en los territorios internos de
la corona. Entre ellas la sublevación de los segadores en Barcelona en 1640, cuando
los campesinos asesinaron al virrey y empujaron la huida de la autoridades.
Al año siguiente Pau Claris,
ayudado por los franceses proclama la independencia catalana, que tan sólo dura
seis días. El rey Luis XIII de Francia es reconocido, en nombre del Principado,
como conde de Barcelona y los territorios quedaron anexionados al país vecino.
Barcelona capituló ante las
tropas española, comandadas por Juan
José de Austria, en octubre de 1652. No se llevaron a cabo represalias y el rey
Felipe IV juró obediencia a los fueros catalanes.
Para la historiadora Eva
Serra, la nobleza catalana se atemorizó ante la rebelión de los segadores. Es
que “nobleza obliga”, máxime cuando el carácter “anticastellano” cobra un giro
social “antinobiliaro”; por ello solicitan el apoyo francés. Anasagasti nos dice
que la política francesa de Richelieu era tanto o más perniciosa que la del
mismo Duque de Olivares, de manera que las estancias del poder se fueron decantando al retorno a la
corona española.
Para ir concluyendo, hagamos
uso de la efeméride. Ahora que se cumplen los 25 años de las Olimpiadas
Barcelona 92, nos trae el recuerdo de momentos de implicación de las
instituciones en un proyecto común. Ayuntamiento de Barcelona, Gobierno de la
Generalitat y Gobierno del Estado caminaron de la mano.
Muy ilustrativo el comic “Barcelona
92” de Francisco Ibáñez. El acontecimiento estaba a punto de comenzar, por ello
se encarga a una pareja de agente secretos, “la más famosa del mundo mundial”, Mortadelo
y Filemón, que protejan los juegos olímpicos de un grupo de llamados T.E.T.A.
(Terroristas Euro Trans Atlánticos). Su misión: desbaratar cualquier acción
terrorista y proteger a las autoridades del evento:
Viendo a las autoridades
nacionales y autonómicas, especialmente Felipe González y Jordi Puyol, entiendes
que la honestidad, el trabajar en proyecto comunes, toda una trayectoria de
vida política sin ningún fin lucrativo, etc., hiciera resplandecer el espíritu
olímpico en nuestro país. Mira, mira, hasta los vellos de mis brazos se me han
puesto como escarpias al escribir este párrafo con el teclado.
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