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Nos narraba el historiador Suetonio, que no había más placer para el Divino Julio Cesar, que el derecho a llevar a perpetuidad una corona de laurel. Pues no había mayor defecto que le fastidiase que sus enemigos se burlarse de su calvicie.
Enemigos y hasta su
propia tropa, a pesar que era muy venerado por sus legiones. De hecho los legionarios cuando
volvían de la conquista de las Galias, le cantaban a Julio Cesar en las puertas
de Roma:
“Ciudadanos, vigilad a vuestras mujeres:
Traemos
con nosotros al adultero calvo:
En
las Galias te puliste, jodiendo,
El dinero que pediste prestado”
El mismo Suetonio
cuenta una historia del perverso y sádico Emperador Calígula. A falta de ganado
para alimentar a las fieras destinadas a los espectáculos, fue a elegir a los
condenados que podría servir de aperitivo para alimentar a las bestias salvajes.
Es “comprensible” que estudiar los expedientes judiciales fuera un engorro, así
que de un vistazo a los presos ordenó que cogieran a todos los que había “desde el calvo hasta el otro calvo”
No hay publicación de
esa época, pero es muy probable que a partir de entonces, en las mazmorras
romanas, no hubiera nadie con el valor suficiente para situarse entre un calvo
y otro calvo, podría ser extremadamente perjudicial para la salud.
Se sabe que uso de
las pelucas viene de muy antiguo, aunque son los romanos quienes lo
perfeccionan, ya que los romanos consideraban la calvicie como una deformidad
física, en definitiva: la calvicie estaba muy mal vista para los romanos.
Eso sí, era todo un
arte confeccionar las pelucas con el pelo de los germánicos, de tal manera que
era un símbolo de riqueza y poder utilizar estos complementos de belleza, De
hecho, además de lo bien que lo venía el laurel a “Julio”, otros emperadores usaron
pelucas como Domiciano o Caracalla.
En cuanto a los
remedios para la calvicie, sabemos que Galeno, el más prestigioso médico de la
antigua Roma, también le prestó atención. Entre otras cosas decía que “la grasa del asno contiene energías que
favorecen el crecimiento del cabello”. Menciona de la ortiga: “La semilla friccionada en la cabeza hace
crecer de nuevo el pelo, en tanto que la raíz seca es agente depilatorio”
Otro de los médicos
más famosos, Celso, utilizaba como remedio para la alopecia la tinta hecha con
hollín. Es curioso que eminentes sabios de la época, como Dioscórides, Plinio o
el propio Galeno, al mismo tiempo que indican propiedades depilatorias del
arsénico, aseguren que es útil para la alopecia. Eso sí, solamente frotado en
el cráneo con dosis mínimas para producir solo una irritación pasajera, tomada de
otra forma produce una calvicie permanente, no se emocionen
Para concluir,
hablando de pelucas, nos referiremos a la esposa del emperador Marco Aurelio, Faustina la Menor, que poseía
más de 150 pelucas de diversos tamaños y colores, probablemente una de las
emperatrices más famosas por sus diversos peinados. Marco Aurelio y Faustina
cuentan con raíces hispanas de la Bética. De hecho, hay quién dice que su
abuelo tenía lazos familiares con los Herennius, ya entraremos en otra ocasión
de forma más seria en esas raíces.
Interesante artículo sobre curiosidades sobre la antigua Roma, hasta Ovidio afirmaba:
ResponderEliminar“Feo es el campo sin hierba , y el arbusto sin hojas y la cabeza sin pelo”
De Rosario de Madrid
Si señor, artículo muy instructivo.
ResponderEliminarLo de la ortiga sigue aún en nuestros días, aunque yo pensaba que era con las hojas y no con las semillas....