Cuando hablamos de Estadísticas y Políticas Activas para el Empleo deberíamos tener la certeza que hablamos de cuestiones estrechamente relacionadas, nada más lejos de la realidad, es lamentable que sea de esta forma, ya que de ello depende las oportunidades que ofrecemos a los más jóvenes.
Para darle sentido a lo que afirmo, comenzaremos definiendo los conceptos que se utilizan:
En primer lugar,
de forma resumida, la nueva Ley de Empleo estatal entiende por Políticas Activas
de Empleo como el conjunto de programas, acciones, servicios y formación profesional,
dirigidos a mejorar la empleabilidad de las personas, ya sea por cuenta ajena o
ya fuese por cuenta propia, hace referencia a las personas desempleadas y
también a las ocupadas, así como el fomento del espíritu empresarial y de la
economía social.
Si nos vamos al
concepto de Estadística para el Empleo de Eurostat, la Oficina Europea de
Estadística, nos dice que el objetivo primario es servir al proceso de toma de
decisiones, para alcanzar un óptimo de eficacia en las decisiones que toman y
permitir una evaluación de los resultados. Por lo tanto, se trata de un
instrumento de evaluación y de transparencia política, que permite a los
ciudadanos y a todos los agentes de la vida política, económica y social,
juzgar las actuaciones realizadas y servir de soporte para configurar los
nuevos planes, programas y servicios que se destinan al empleo.
La realidad de lo que se hace es bien distinta, habría que redimensionar las definiciones desde abajo hasta
arriba si queremos adaptarlas a nuestro mercado laboral.
Nos encontramos
con dos tipos de estadísticas sobre el “paro”, la EPA o Encuesta de Población
Activa, realizada por el INE, el Instituto Nacional de Estadística, que utiliza
una muestra de unas 200.000 personas, que se adapta a las directrices que establece
Eurostat, que depende del Ministerio de Economía. Por otro lado tenemos las
estadísticas sobre demandantes de empleo inscritos del SEPE, el Servicio
Público de Empleo Estatal, que depende del Ministerio de Empleo.
Una y otra miden parámetros diferentes y suelen coincidir en tendencias, ambas con metodologías distintas y su utilización conjunta es quizás la información
más rica. Sin embargo es destacable las diferencias entre una y otra. De hecho, por
ejemplo, en el primer trimestre de 2016, el SEPE nos daba el dato de 4.011.171
parados, por los 4.791.400 de la EPA, “estadísticamente hablando: casi un 20 %
de diferencia, sin duda diferencia muy significativa”.
En Europa se
tiene en cuenta la EPA, así como las estadísticas homolagadas para configurar
las políticas de empleo, en España... depende. De Guindos en Europa utiliza datos
de la EPA y el Gobierno, dentro de nuestro país, según lo más
conveniente para las estrategias electorales y de partido.
Lo mismo se
puede decir de las Comunidades Autónomas, como ejemplo en carne viva Andalucía,
que aporta de forma continua los datos más sangrantes en estos lares de toda
Europa. En la misma línea que las decisiones en las administraciones locales.
En
estadística el término inferir se podría
asimilar a la recogida de la información necesaria, basado en técnicas
adecuadas, con la muestra de tamaño suficiente, que nos permita tomar
decisiones correctas. Que permita una adecuada configuración de los planes, programas y acciones de empleo, para esa relación entre Estadística y Políticas Activas de Empleo. La realidad es bien distinta, ya que las conclusiones que se infiere de
los datos, las decisiones a tomar están ponderadas en buena parte en términos
partidista y electoralistas.
Así nos va, con la tristeza de muchas madres y padres que ven
como parten sus hijos a otras tierras en buscan de mejores oportunidades.
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