domingo, 8 de septiembre de 2019

La Gorgona Medusa y el nacimiento del Río Hozgarganta.

Extraído en el link

Las Gorgonas, Esteno, Euríale y Medusa, eran hijas de dos divinidades marinas, Forcis y Ceto, y vivían en un arcaico bosque cercano al Jardín de las Hespérides, en la misma frontera del océano exterior y profundo, el que fluye en dirección a la noche.
Medusa, la única mortal de las tres, era una hermosa joven con una resplandeciente cabellera, antes que fuera deshonrada por Poseidón en un templo de Atenea. La diosa virgen,  además de estar “horrorizada” por el sacrilegio, estaba celosa de su belleza y la convirtió en un ser alado, con pelos de serpiente, grandes dientes, garras afiladas y unos ojos deslumbrantes e intensos.

De tal forma fue ultrajada y, “encima”, castigada por ello. Sin embargo su horrorosa imagen se convirtió en un emblema de base mágica de poder y fuerza, así como un símbolo contra los peligros desconocidos del Más Allá.
Esa mirada fascinante y penetrante tenía prodigiosos efectos, ya que convertía a los hombres que la miraban en piedra. Ello le llevaría a su perdición. Porque el héroe Perseo la utilizaría para sus propósitos.
Aunque, previamente, pongámonos en los antecedentes. Todo comienza cuando el Rey Polidectes no paraba de acosar a Danae, madre de Perseo. Éste prometió que estaría dispuesto a cortar la cabeza de Medusa y traerla como trofeo si dejaba en paz a su madre. Si bien provocó la risa de los presentes, no se podía obviar que era hijo del mismo Zeus y que los dioses le habían marcado un destino glorioso.
De hecho, Atenea, que guardaba “cierto recelo” con Medusa, por decirlo de alguna manera, decidió asistir a su medio hermano, regalándole un escudo muy pulimentado, donde se reflejaría la cara de la Gorgona. Y no queda ahí, porque convenció a Hermes para que le facilitara su trágica tarea, entregándole una hoz de brillante diamantino para que le cercenara su garganta.
Pero Perseo necesitaba, además, un par de sandalias aladas que le trasladarán al bosque, un zurrón mágico para guardar la cabeza cortada y el yelmo negro de la invisibilidad que pertenecía a Hades. Todo bajo la custodia de las ninfas estigias.
Una vez que los objetos fueron robados viajó con las sandalias aladas al bosque de las tres Gorgonas. Estuvo oculto observando varios días hasta que llegara el momento propicio. Cuando Medusa se retiró a solas en un lugar del bosque que enajena con la niebla, rodeada de cuevas y abrigos arcaicos, llegó su oportunidad.
Con el yelmo negro de la invisibilidad y la vista fija en el reflejo de Medusa, Atenea guió su mano y degolló su garganta con la hoz diamantina. Para su asombro, de su cadáver surgieron desarrollados el caballo alado Pegaso y, con una cimitarra de oro en la mano, el guerrero Crisaor.
Crisaor era el padre de Gerión, el Rey del mítico reino de Tartessos, nieto de Medusa, que tenía un fabuloso rebaño de bueyes. Que más tarde serían robados por Heracles en un lugar cercano al bosque de las Gorgonas.
Y en ese lugar asombroso donde Perseo degolló a Medusa con una “Hoz su Garganta”, dio lugar al nacimiento de un río, con la prolongación de la piel de Medusa y los poderes sobrenaturales de la sangre que brotaba de su cuerpo, dando forma a su sinuoso cauce y colmando de una vegetación de una belleza singular, ambos lados de su ribera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario