Toda una vida
Con la manopla mojada
en el agua de la palangana de cerámica, ceñida de un jabón de olor antiguo,
aseaba su cuerpo con soltura.
Y mientras cumplía
con esa tarea diaria que era tan importante para ella, esperaba ansiosa a su
hombre, no sin cierto temor. Era una época que había tanto miedo como poco pan.
Pero él sabía buscarse la vida, aún corriera muchos riesgos, para que no faltase
el sustento de los suyos.
Su pequeño bebe
comenzaba a hacer pucheros porque esperaba ese abrazo cálido que nunca le
faltaba. Ella acariciaba con ternura su vientre, esperaba su segundo hijo.
Su hombre, aferrada
su montura, soportaba el viento y la lluvia en su rostro. A él no le importaba,
porque le impulsaba todas las ganas de tener a su pequeño entre sus brazos y a
ella, respirando profundamente, recordando como le gustaba tanto acariciarla
con toda la ternura.
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