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Ella estaba apoyada en el balcón, su vista perdida en el
horizonte y las luces se iban desvaneciendo lentamente.
Toda una mujer, su figura resaltando con la tenue luz del atardecer, todo lo que podía esperar era aprehender la estela de su esencia.
Ella observaba la ciudad, de nuevo su figura
prende en mi alma en cada uno de mis sueños y arde con apetencia
Sus pupilas perseguía un rayo de luz que chocaba con un
edifico tras otro, se acercaba, me costaba tanto resistirme a ese cosquilleo
que me atrapaba.
Tanto que ahora el pecho me duele con su ausencia, porque
ella estaba apoyada en el balcón y las luces se desvanecían lentamente.
Y ya no soy yo cuando no me sumerjo en los sueños de una auténtica mujer apoyada
en el balcón.
A mí me sucede que cuando pateo la ciudad y paso debajo de un balcón en el cual hay asomada una mujer, siempre miro hacia arriba con la esperanza de que no esté vestida con pantalones. Si no lleva bragas ya es lo más.
ResponderEliminarjajaja, te has pasado Cabrónida, está "perdonaó", veo que además de ácido en tu blog eres muy original. Saludos
EliminarGracias por tu sentido del humor. Que no nos falte nunca.
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