sábado, 30 de mayo de 2020

Vuelven las travesuras de Cupido


Juno y Júpiter
Había dejado mi carcaj en algún lugar oculto de mi hogar. Las flechas necesitaban ser de nuevo ungidas con esa pócima tan poderosa de amor.  Y es que Júpiter, el mejor y mayor de todos los dioses, me había ordenado un tiempo de descanso por “un no sé qué” de unas fases que tenían que pasar.
Claro como Júpiter es tan pródigo en aventuras amorosas... más de una vez he ido detrás suya lanzando dardos amorosos sin miramiento. Aunque en realidad todo comienza cuando Juno, esposa y hermana de Júpiter, reina de los cielos y portadora de luz, le dijo a su esposo: “querido habrá que dar de nuevo cancha a Cupido y a sus travesuras...”

Por otra parte, es sabido que Juno nunca trató de serle infiel, lo que hacía era perseguir las numerosas aventuras de su marido. Así, que, primero por venganza, comenzó a disfrutar de pródigos amantes. Esto al principio, hasta que dejó de ser venganza. Eso, deciros que me cuesta muchos sudores esas largas jornadas detrás de esposa y esposo facilitando las conquistas ajenas del uno y de la otra.
Y la familia ¡Ay la familia! Resultan muy curiosas las extrañas necesidades de Minerva, Marte y Vulcano, hijos de esta poderosa pareja.
Minerva, es diosa de la inteligencia y la sabiduría, es verdad que mantiene la virginidad celosamente. No sé si recuerdan en castigo que se llevó Tiresias, que quedó ciego, cuando cautivado por su belleza, se atrevió a observar su  increíble cuerpo desnudo cuando se bañaba en un arroyo escondido.
Pero Minerva, también diosa de las artes, es la preferida, junto a Baco, de los alocados poetas y de esos infames que aman el teatro. Ella sabe que no pueden crear sino están alimentados de relaciones sexuales “penetrantes”. Esto que quede entre nosotros, pero los versos hermosos y las escenas intensas provocan en el interior de esta diosa relaciones “auto-eróticas”.
Y Vulcano, el “pobre”, debido a su aspecto desagradable y a su cojera, su misma madre, Juno, lo arrojó al mar. Fue salvado por Tetis y permaneció nueve años fabricando joyas a las Nereidas en una gruta. Más tarde, con la ayuda de Baco, se le permitió su regreso para fabricar joyas y armas a los demás dioses.
Esas sensacionales manos de Vulcano en la fragua, le llevó a conquistar a Venus, mi madre, la diosa que llegó en una ola de mar, diosa de la atracción física y sexual.
Aunque la herramienta que más le gustaba a Venus eran las del hermano de Vulcano, el dios Marte, mi padre. Dios de la guerra, odiado por otros dioses por su carácter brutal, aunque eso sí, guapo y bien plantado, nada que ver con el pobre Vulcano.
La cuestión que es que la fragua estaba abandonada, Vulcano acompañaba a esposa día, tarde y noche. Marte,  que se había acostumbrado a quedarse agotado con las largas tardes con su cuñada, mientras su hermano le fabricaba una coraza mágica para él, lo echaba de menos... y de un dios como Marte, esto comenzaba a convertirse en un problema.
También el vigoroso Neptuno, dios de las aguas y hermano de Júpiter y Juno, se estremece en su interior por este extraño confinamiento. Se llega a temer que deje escapar los monstruos marinos que custodia, sino puede disfrutar de nuevo de sus numerosas amantes. Con ese vigor cultivado en lo profundo de los mares... es que dicen que tiene una larga cola marina.
En realidad no queda todo aquí. También ha notado mi ausencia Mercurio, ya les contaré cuando este dios (por no decir sujeto) me robó mi carcaj con las flechas del amor. Ni a Baco, mi predilecto, también  contaré cuando me quitaba el trabajo con los excesos del néctar de la vid.
Eso para otro momento, no puedo ni quiero negarme a cumplir mis obligaciones, preparo y tenso mi arco, cuelgo mi carcaj en mi hombro, repleto de flechas que soliviantan “las calores” y salgo a la calle, respiro, cuídate a quién observas y deseas porque ando en tu busca.

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