Imperio Romano en el siglo II d. C. |
Los Oráculos habían dispuesto
libaciones y sacrificios. Desde los templos de Apolo se habían ordenado
fumigaciones y se habían prohibido los besos. Marco Aurelio había restablecido
de manera escrupulosa el culto a los dioses.
También la pandemia
generó un contexto en el que surgían charlatanes e impostores vendiendo
amuletos y otros que animaban a la plebe a rebelarse contra el poder
establecido.
Sin embargo, el imperio
romano se encontraba en su mayor esplendor. En ese tiempo cogobernaba Lucio
Vero y Marco Aurelio, ambos de origen Bético, de la Dinastía Antonina, de ahí
el nombre que recibió la “pestilencia”, la peste antonina. Lucio Vero falleció
en el año 169 d.C, los expertos creen que fue debido a esta plaga.
Por aquel entonces
Roma contaba con unas proporciones geográficas y de población nunca vistas con
anterioridad. La amplitud del territorio y su vasta red de comunicaciones
habían creado el caldo de cultivo para el primer brote de pandemia de la
historia.
Los expertos
calculan, de forma prudente, que la pandemia llegó una mortandad del 10 % de la
población, unos 7,5 millones de personas. Se estima cercano al 30 % los que
sufrieron la enfermedad.
¿Y las causas? Por una
parte tenemos la versión de la Historia Augusta, por otro lado la fuente más
relevante la constituye Galeno, el mejor médico de Roma, que presenció la
epidemia directamente y describió sus síntomas.
Según sus crónicas, los
romanos echan buena parte de culpa a Partia, una región cargada de historia en
el noreste de Irán. Los dos emperadores querían conquistar el imperio parto,
para llenar de riquezas y alegría la ciudad de Roma. No esperaban que lo que
hicieran es llenar sus calles de muerte.
El general Avidio
Casio, puso cerco a la ciudad de Seleucia, cercana al río Tigris. Los romanos
asediaron y actuaron con tal ímpetu contra sus habitantes, que incluso
tratándose de Roma, fue de una violencia espantosa.
“En
pleno saqueo, un legionario romano intentó abrir un baúl dentro de un templo,
el santuario del dios conocido como Apolo de Pelo Largo. En ese momento, según
creían los romanos, se liberó un vapor nocivo que pronto lo contaminó todo con
infecciones y muerte, desde las fronteras de Persia hasta el Rin y la Galia.”
Si tenemos en cuenta
que Avidio Casio se sublevó más tarde contra Marco Aurelio y fue aplastado, se
hace más fácil comprender que resultara el culpable de la extensión de la
epidemia en la Historia Augusta. Lo cierto es que la magnífica red de
comunicaciones terrestres y marítimas permitía el movimiento de tropas con “relativa”
inmediatez.
"exantemas
de color negro o violáceo oscuro que después de un par de días se
secan y desprenden del cuerpo, pústulas ulcerosas en todo el cuerpo,
diarrea, fiebre y sentimiento de calentamiento interno por parte de los
afectados, en algunos casos se presenta sangre en las deposiciones del
infectado, pérdida de la voz y tos con sangre debido a llagas que
aparecen en la cara y sectores cercanos, entre el noveno día de la
aparición de los exantemas y el décimo segundo, la enfermedad se
manifiesta con mayor violencia y es donde se produce la mayor tasa de
mortalidad".
Los expertos sospechas
que se trata de un tipo de viruela de tipo hemorrágica, muy contagiosa, procedente
en un inicio de Etiopia, llegó hasta Egipto y de ahí paso a los territorios de la antigua Partia, el movimiento de las tropas romanas favorecieron su alto contagio
y propagación geográfica.
Es cierto que afectó
con mayor virulencia en las grandes ciudades y en las zonas costeras. En los
niños y en los ancianos. Y que no hubo clase social que se librara.
Galeno nos decía que
aquellos que enfermaban y comían y bebían con “relativa normalidad”, lograban
salvarse y que la mayoría que no lo hacía, fallecía. Es incuestionable que la
falta de alimentos, de higiene o la de medida de protección, como evitar los
contactos, además de la fumigaciones, actuaron a favor de su propagación y que
propiciara que los brotes se renovaran con más fuerza.
También se cree que
Marco Aurelio, el emperador de la película “Gladiator”, que es asesinado por su
hijo Cómodo, en realidad falleció por un rebrote de la peste antonina en el año
180 d. C. Quince años más tarde de la guerra contra Partía. Este emperador filósofo, considerado como uno de los mejores gobernantes que tuvo el imperio, decía en su lecho de muerte: "¿Por qué me lloráis y no pensáis más en la peste y en la muerte ante la que todos caeremos?"
La historia nos puede servir de aprendizaje, no se puede dejar de lado el dinamismo y la siniestra creatividad de la evolución. El estudio de las diferentes pandemias que han asolado la humanidad es posible. Amenazas que no han tenido un carácter inmóvil, su aprendizaje, con el estudio de recuperación del ADN degradado por los expertos debiera cobrar mayor relevancia que nunca en el momento actual.
La historia nos puede servir de aprendizaje, no se puede dejar de lado el dinamismo y la siniestra creatividad de la evolución. El estudio de las diferentes pandemias que han asolado la humanidad es posible. Amenazas que no han tenido un carácter inmóvil, su aprendizaje, con el estudio de recuperación del ADN degradado por los expertos debiera cobrar mayor relevancia que nunca en el momento actual.
BIBLIOGRAFÍA:
- HARPER, Kyle, El fatal destino de Roma. Cambio climático y enfermedad en el fin de un Imperio, Crítica, Barcelona, 2019
- GONZALBES CRAVIOTO, E. y GARCÍA GARCÍA, I.: Una aproximación a las pestes y epidemias de la antigüedad, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 26, 2013, Madrid, pp 63-82
- https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182016000200011
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