Aunque el principal culpable era el dios Baco, que se había extendido por toda la península itálica. Procedía del dios griego Dyonisos, culto que se desarrolló en los estratos más bajos de la sociedad.
Y es que para los
romanos Baco era el dios que enseñó a cultivar la vid y sus fieles seguidores
se sometían a sus designios. En los rituales se alternaban manifestaciones voluptuosas,
experiencias orgiásticas y borracheras para que los creyentes e iniciados
entraran en posesión.
“Sexo, vino y música
de cítaras y liras”, como cantaba un conocido histrión de aquella época,
mientras las mujeres se extasiaban en una danza erótica dirigida a los más
jóvenes.
Los patricios romanos
más conservadores estaban muy preocupados, se pasó de un culto minoritario a un
culto de masas, que además se llevaba a cabo por las noches. Se había pasado de
tres celebraciones al año a cinco celebraciones mensuales. Como se diría hoy en
día: “fiestas todos los findes”.
La persecución que se
vieron sometidos sus acólitos afectó a más de siete mil personas, entre hombres
y mujeres, que da una idea de la extensión de la veneración báquica.
Se premió a los
delatores y se dio un tiempo para que los impenitentes se presentaran por
propia voluntad a los tribunales. Se prohibió ocultar a los culpables y se
llegó a castigar incluso con la pena de muerte a los más contumaces, el terror
recorrió todo la península itálica. Según el historiador Tito Livio, hubo más
ajusticiados que encarcelados.
Es cierto que las
mujeres representaron un papel importante en los cultos dionisiacos. Esposas
que vivían alejadas de sus esposos, en una sociedad muy militarizada. Ya
anteriormente se había dictado la ley “Oppia”,
donde se les prohibía vestir trajes de colores y llevar joyas. No podía ser de
otra manera, las mujeres encontraron en los cultos báquicos una evasión de su frustración.
Además estos ritos,
por primera vez, unían en un culto a plebe, campesinos y élites.
El mayor escándalo de
todos para la aristocracia era que la organización de estos bacanales tenía un
carácter jerárquico, con normas que eran respetadas y ocultadas por los
iniciados. Actos de lujuria con personas
del mismo y de distinto sexo y del mismo y distinto estrato social. Todo un
escándalo para una sociedad romana muy costumbrista, donde todavía no había
calado suficientemente la influencia griega.
Estas bacanales
chocaban con la tradición romana de pleno y fueron castigados con ejemplaridad.
Con tan poco éxito, que un siglo y medio más tarde, en el mismo Imperio Romano,
los cultos dionisiacos gozaban de una gran aceptación en las élites romanas.
Curioso, la religión
cristiana comenzó siendo perseguida, en ocasiones de forma brutal, como lo hizo
Nerón. Sin embargo era caldo de cultivo para los marginados y con el paso del
tiempo se convertiría en la religión oficial y la que más poder detentaba.
Para concluir, como
cabría esperar, la España romana muestra por Baco y sus rituales una gran
devoción, como demuestran los mosaicos españoles encontrados sobre la temática.
oohh..muy interesante...me gustan todas esas historias...que son como una odisea....saludos ...votado.
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