jueves, 23 de julio de 2020

Las Travesuras de Cupido: Penélope

Hoy sería probablemente otro sábado anodino, como tantos y tantos, era tan evidente que había dejado de soñar y  estaba tan hastiada de esperar.

Lentamente recorría su cuerpo en la bañera, frotando su cuerpo con delicadeza, mientras las lágrimas de su amargura mordían en lo más profundo de su ser. ¡Se sentía tan abandonada e indefensa!

Sonaba los sonidos de su teléfono, ya hacía tiempo que necesitaba silenciar todos los mensajes del Whatsapp, seguramente sería su mejor amiga animándola para salir esa noche, no podría evitarla de nuevo.

Aunque sus lágrimas no paraban de brotar cuando secaba su cuerpo en su albornoz ni más tarde cuando hidrataba cada palmo de su piel. Y por sus lágrimas pasaron todos aquellos amantes de sábados noches, de los que ni siquiera recordaba sus rostros.

De nuevo un mensaje: “a las 9 estoy en tu casa para buscarte”. Para contestarle de mala gana: “que sí pesada

Así que cuando comenzó a prepararse con un peinado nocturno, para que sus cabellos cayeran de forma elegante sobre sus hombros, no pudo evitar mover su cabeza y desmelenarse para decirse a sí misma frente al espejo, con sus ojos enrojecidos, que no sabía quién era y sentía tanto dolor.

Y allí estaba ese perfume, que destapó y se lo llevo con fruición dentro de sí. Era el mismo perfume que tanto le gustaba al hombre que aún amaba con toda su alma, porque nadie la había amado como lo hiciera él.

El destino juega malas pasadas, es cierto, hacía tantos años que se había marchado. Él le había prometido que vendría a buscarla, pero no volvió.

Y se le iba la vida entera sin tan siquiera darse cuenta... así que esa noche se vistió con su ropa interior más sugerente, decidió llevar el pelo rizado,  con un toque sexy, ponerse su vestido más seductor y, antes de salir, engalanarse con ese mismo perfume que le recordaba sus manos rodeando su cuerpo.

Y allí estaba de nuevo con su amiga, sonaba música de aquellos años cuando se sentía la reina del mundo, tres copas sobre la mesa. Se había sentado junto a ellas un hombre, también maduro, que iba de caza.

Le decía, sin perder de vista ninguno de sus movimientos, que era separado, que no entendía porque su “ex” le había dejado, porque nunca le había faltado nada en la nevera. Se extrañaba que su “ex” le pidiera aventuras ¡si todos los años iba un fin de semana a un todo completo a Benalmadena!.

No sabía, desde la mismísima honestidad, si decirle que necesitaba unas nociones mínimas para ligar, conceptos muy básicos, pero su alma se estaba llenando de nuevo de tristeza, sin que se diera cuenta que alguien la estaba buscando.

Él mostraba inquietud en su semblante, se había hecho tan  largo el camino, tantos puertos y ciudades recorridas a lo largo de su vida. Tantas mujeres en su lecho, aunque solamente a ella la había amado con todo su alma.

Así que cuando la vio sentada con su amiga de siempre, su cuerpo se zarandeó por dentro al observar que otro hombre se encontraba con ella. ¿Sería su pareja?, ¡Y cómo decirle que no lo había esperado!

Una antigua amiga de ambos, que seguía siendo tan explosiva como antes, sin llegar a reconocerlo, se acercó a la barra a coquetear con ese forastero tan atractivo. Con tanto ímpetu, que derramó parte de su copa en su camisa.

No sabía si decirle, en un alarde de honestidad, que necesitaba unas mínimas nociones para ligar, aunque es verdad que con las copas de más no se hubiera enterado. En eso que no se dio cuenta que ella para evitar al pelmazo se había acercado a la barra a pedir una copa.

Así que cuando fue a pedir a espaldas suya, la fragancia del perfume hizo que volviera la cara hacia ella y sus miradas se encontraron. Los dos sorprendidos, ella en un torpe gesto trató de darle su mano, él, entonces, de forma tímida la besó en la cara y turbado le dijo “he soñado cada noche con tu aroma y acariciar de nuevo tu piel

Ella agitó su pelo como había hecho esa tarde, pero esta vez como si se hubiera encontrado a sí misma de nuevo y llevó sus labios hacia los suyos que se unieron en un intenso y apasionado beso, les pareciera que no hubiera nada más en todo el universo que sus cuerpos entrelazados en ese beso.


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