Lentamente recorría su cuerpo en la bañera, frotando su cuerpo con delicadeza, mientras las lágrimas de su amargura mordían en lo más profundo de su ser. ¡Se sentía tan abandonada e indefensa!
Sonaba los sonidos de su
teléfono, ya hacía tiempo que necesitaba silenciar todos los mensajes del Whatsapp,
seguramente sería su mejor amiga animándola para salir esa noche, no podría
evitarla de nuevo.
Aunque sus lágrimas no
paraban de brotar cuando secaba su cuerpo en su albornoz ni más tarde cuando
hidrataba cada palmo de su piel. Y por sus lágrimas pasaron todos aquellos
amantes de sábados noches, de los que ni siquiera recordaba sus rostros.
De nuevo un mensaje: “a las 9 estoy en tu casa para buscarte”.
Para contestarle de mala gana: “que sí
pesada”
Así que cuando comenzó a
prepararse con un peinado nocturno, para que sus cabellos cayeran de forma
elegante sobre sus hombros, no pudo evitar mover su cabeza y desmelenarse para
decirse a sí misma frente al espejo, con sus ojos enrojecidos, que no sabía
quién era y sentía tanto dolor.
Y allí estaba ese
perfume, que destapó y se lo llevo con fruición dentro de sí. Era el mismo
perfume que tanto le gustaba al hombre que aún amaba con toda su alma, porque
nadie la había amado como lo hiciera él.
El destino juega malas
pasadas, es cierto, hacía tantos años que se había marchado. Él le había
prometido que vendría a buscarla, pero no volvió.
Y se le iba la vida entera
sin tan siquiera darse cuenta... así que esa noche se vistió con su ropa
interior más sugerente, decidió llevar el pelo rizado, con un toque sexy, ponerse su vestido más
seductor y, antes de salir, engalanarse con ese mismo perfume que le recordaba sus
manos rodeando su cuerpo.
Y allí estaba de nuevo
con su amiga, sonaba música de aquellos años cuando se sentía la reina del
mundo, tres copas sobre la mesa. Se había sentado junto a ellas un hombre,
también maduro, que iba de caza.
Le decía, sin perder de
vista ninguno de sus movimientos, que era separado, que no entendía porque su “ex”
le había dejado, porque nunca le había faltado nada en la nevera. Se extrañaba
que su “ex” le pidiera aventuras ¡si todos los años iba un fin de semana a un
todo completo a Benalmadena!.
No sabía, desde la
mismísima honestidad, si decirle que necesitaba unas nociones mínimas para
ligar, conceptos muy básicos, pero su alma se estaba llenando de nuevo de
tristeza, sin que se diera cuenta que alguien la estaba buscando.
Él mostraba inquietud en
su semblante, se había hecho tan largo
el camino, tantos puertos y ciudades recorridas a lo largo de su vida. Tantas mujeres
en su lecho, aunque solamente a ella la había amado con todo su alma.
Así que cuando la vio
sentada con su amiga de siempre, su cuerpo se zarandeó por dentro al observar
que otro hombre se encontraba con ella. ¿Sería su pareja?, ¡Y cómo decirle que
no lo había esperado!
Una antigua amiga de
ambos, que seguía siendo tan explosiva como antes, sin llegar a reconocerlo, se
acercó a la barra a coquetear con ese forastero tan atractivo. Con tanto
ímpetu, que derramó parte de su copa en su camisa.
No sabía si decirle, en
un alarde de honestidad, que necesitaba unas mínimas nociones para ligar,
aunque es verdad que con las copas de más no se hubiera enterado. En eso que no
se dio cuenta que ella para evitar al pelmazo se había acercado a la barra a
pedir una copa.
Así que cuando fue a
pedir a espaldas suya, la fragancia del perfume hizo que volviera la cara hacia
ella y sus miradas se encontraron. Los dos sorprendidos, ella en un torpe gesto
trató de darle su mano, él, entonces, de forma tímida la besó en la cara y turbado
le dijo “he soñado cada noche con tu
aroma y acariciar de nuevo tu piel”
Ella agitó su pelo como
había hecho esa tarde, pero esta vez como si se hubiera encontrado a sí misma
de nuevo y llevó sus labios hacia los suyos que se unieron en un intenso y
apasionado beso, les pareciera que no hubiera nada más en todo el universo que
sus cuerpos entrelazados en ese beso.
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